martes, 25 de noviembre de 2008


Tanto dolor y sufrimiento en los campos de concentración. Tanta tortura, tanta miseria, hambre, enfermedad, delirios, desgano, infamia, llanto, lagrimas, sangre, masacre, y vemos, como muchos años más tarde, todo sigue igual.
No entendemos, no aprendemos, no crecemos. Somos una basura, tenemos un corazón encerrado, entra rejas y muros, entre egoismo, tragedia, miseria y dolor propio. Sufrimos por nada, haciendo más dolor en este maldito mundo que ya esta jodido, y por nosotros, porque lo que más nos pesa es que somos los cadaveres andantes de la triste realidad de vivir muertos, de no sentir amor, solo querer poder, o algo material, y para que si estamos putrefactos, quemados en el gas de la ira y la impotencia.
Somos nuestro propio campo de concentración, dejandonos muertos a nosotros mismos, provocando nuestro propio holocausto cerebral, emocional ... dejandonos sin piel de sentimientos y perdiendo toda luz de inteligencia.

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