Cierra los ojos, no mires. Trata de no escuchar.
Ciérrate.
Enmudece.
Tus gritos no se oirán.
Por más que llores nadie verá tus lágrimas caer por tu mejilla cortada.
Por más que patees no podrás liberarte de mi.
Mis manos te tienen totalmente rodeado, el cuchillo se entierra fuertemente entre tus costillas.
Te estás desangrando lentamente.
Y tan solo puedes tratar de morir, de descanzar, de dejarte llevar, de sentir que el dolor no es más que una forma de expiarte de tus pecados.
Duérmete.
Cierra los ojos, no escuches, no grites, no te muevas.
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