lunes, 5 de enero de 2009


Me refugio entre tormentas, entre charcos, entre una nieve espesa, dura, que me coloca tiesa la piel. Me pierdo entre los delicados rayos del sol que pasan tenúes, que se posan lentamente sobre mi piel putrefacta. Despacio intento obtener un respiro, sentir el aire en mis pulmones secos.
Logro salir, la tierra resbala sobre mi piel.
Camino. Camino.
Enciendo un cigarro. Olvido.
Siento hambre, hambre de esa piel joven y tersa, de ese brillo en la mirada, de esa humedad en sus labios.
No puedo evitarlo.
Mi vicio ahora es la carne humana.

No hay comentarios: