Es gracioso caminar y mirar a la gente. Sí, mirar a la gente.
Sentarte quizás un momento y ponerle atención a esa gente, que muchas veces te mira raro, te mira en menos, te mira con admiración.
Es darte cuenta que compartimos con muchas personas día trás día, pasamos junto a gente que sufre, que ama, que quere olvidar, que está soñando despierta, que muere en vida.
Sin embargo nadie se mira, nadie mira a los ojos a nadie, chocamos, nos topamos, pero que importa. No conocemos a esa gente. No hay caras, no hay rostros.
Es la indiferencia la que esta acabando con la que se supone debería ser la más grande de las especies animales, el ser humano.
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